Antes que nada, el trabajo:
Al momento de la entrega me sentí un poco desilusionado, lo que entregamos no me terminaba de gustar. Días después, me gusta, me parece que logramos bastante de lo que queríamos.
Empezamos con una idea que nos excedía un montón. No nos dimos cuenta hasta que lo probamos. La redujimos a un sólo personaje (la anterior tenía 5 + 10 extras) y lo encaramos de una forma más íntima. Fue raro en tanto el personaje tiene algo de mí y es difícil hablar de uno tan abiertamente.
Fuimos ambiciosos, tuvimos un gran trabajo de producción que tal vez se hubiera resuelto mejor con un integrante más. Algo que fue un bajón es todo lo que respecta al sonido. Ninguno de nosotros sabe (casi) nada y se nota. Filmar en situaciones no controladas es muy difícil. Muy poco de lo que grabamos (que encima era bastante flojo) usamos en el corte final. SIn embargo, la música un poco salva esas fallas. No me gusta demasiado, yo imaginaba algo más parecido a la de Rapado de Rejtman, pero no está mal.
Yo ocupé el rol de director y de pensar la idea. Desde el día 1 pensé en ver qué pasaba con los adolescentes en pueblos así (yo soy de Olavarría que es bastante más grande, 100 mil habitantes contra los 1000 de Lima) y la desilusión fue encontrar que eran igual a los de Olavarría, que ya los conocía y hasta sabía todo sobre ellos, y en realidad eso fue el disparador para pensar la primera idea que luego reducida a este personaje fue la segunda.
Las referencias fueron Bully de Larry Clark, su serie de fotos Tulsa, la mirada de Rodrigo Moreno en Un mundo misterioso, Gus van Sant y Rapado de Martín Rejtman.
Fue el trabajo práctico en el que más aprendí.
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